Todos albergamos pensamientos sobre el amor y la muerte. Nos pasamos la vida entera pendientes de ambos, buscando el uno y evitando la otra, concientes en todo momento de que, en gran medida, está fuera de nuestro alcance controlarlos. Y este es un predicamento terrible y emocionante a un tiempo. Al final, todo depende de cómo se mire. De una cosa sí podemos estar seguros: nunca resultan ser lo que uno esperaba.
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